SE VALIENTE Y NO TEMAS Dt. 1:38

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“Quien sí entrará es tu asistente, Josué hijo de Nun. Infúndele ánimo, pues él hará que Israel posea la tierra”. (Deuteronomio 1:38)

Josué adquirió renombre de ser un valeroso comandante que guió a los israelitas en la guerra para conquistar la tierra prometida; sin embargo, al inicio de su vida y ministerio, demostró ser una persona tímida y temerosa. Ante esta situación, el Señor le pidió a Moisés que le infundiera ánimo  y que públicamente anunciara que sería su sucesor, como lo afirma el pasaje: “Toma a Josué hijo de Nun, que es un hombre de gran espíritu y haz que se presente ante el sacerdote Eleazar y ante toda la comunidad.  En presencia de ellos le entregaras el mandodelante del sacerdote Eleazar y la comunidad le impuso las manos y le entregó el cargo” (Nm. 27:18-19, 22). Con este acto protocolar Josué asume el liderazgo espiritual y militar para conquistar la tierra.

Interesantemente, Caleb (contemporáneo de Josué) demostró tener un carácter fuerte para  enfrentar con coraje la adversidad (Nm. 13:30-31; 14:6-9,28-30; Dt. 1:34-36), pero no fue escogido para ser el sucesor de Moisés.  Dios utiliza a las personas débiles para cumplir sus planes. 

Lamentablemente, cuando Moisés falleció Josué entró en una crisis emocional que lo paralizó espiritualmente y le impidió cumplir con su vocación con eficacia.  Estando en esta condición el Señor le recuerda: “Mi siervo Moisés ha muerto” (Jos. 1:2). Con esta frase, el Señor ubica a Josué a una nueva realidad; implica que con la muerte de Moisés había concluido una etapa en su vida y en la experiencia del pueblo.  Con la muerte de Moisés quedaron atrás los momentos de gloria, entre ellos: la presencia de la nube protectora, la columna de fuego que los acompañaba durante las noches frías y oscuras del desierto, los milagros y prodigios, la orientación y dirección sabia que infundía seguridad al pueblo.  Ahora Josué, sin el apoyo de su líder, recibe la orden y el desafió divino de “cruzar el río Jordán y entrar a la tierra de Canaán para poseerla” (1:2).

Para una persona de carácter temeroso y desanimado, esta orden era como una misión imposible; por tal motivo, Dios lo desafía a “ser fuerte y valiente” (1:6-7,9) y le enseña tres medios para mantener el ánimo a su siervo; la primera es la promesa de la presencia divina permanente e incondicional al afirmar: “Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré” (1:5).  Luego lo desafía a memorizar y obedecer la Palabra de Dios.  En la reflexión de la Ley del Señor Josué encontraría el ánimo y la fortaleza para enfrentar la adversidad (1:7-8).  Por último, le recuerda que su misión traería beneficio al pueblo, “porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados” (1:6).

No permitas que el temor te paralice y te impida visualizar un futuro mejor para tu vida, familia o ministerio, ármate de ánimo y cumple los proyectos de bendición para las personas que te rodean.

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